Voces de Catedral

Si la fatiga del cotidiano bullicio y del tráfico ruidoso lo agobia hasta dejarlo rendido, puede retroceder en una pequeña excursión arqueológica a través del tiempo. Compre sus boletos de autobús o viaje en automóvil a la Ciudad de México y visite con su familia la primitiva Catedral de México, orgullo de propios y extraños. 

El Cabildo de la Catedral Metropolitana y la Compañía Nacional de Teatro Clásico “Fénix Novohispano” A.C., con apoyo de la Secretaría de Cultura presentan en la Catedral Metropolitana, uno de los inmuebles más importantes del Centro Histórico de la Ciudad de México y de su tipo en América Latina, el espectáculo VOCES DE CATEDRAL. La obra cuenta con doce actores con apoyo de música en vivo por los órganos monumentales de la Catedral, luz y sonido y un destacado vestuario del siglo XVIII, con los que se representan a los principales protagonistas que construyeron la Catedral a lo largo de más de cinco siglos.

El principal objetivo de que se organicen este tipo de eventos es que más visitantes nacionales e internacionales conozcan el acervo cultural e histórico de esta catedral considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Durante la representación, se tocan temas de los siglos XVI al XVIII. Más allá de la religión que cada persona profese o no, es de reconocer que la Catedral Metropolitana ha sido parte del paisaje, historia arquitectónica y una muestra de los múltiples estilos que durante la época colonial estuvieron vigentes en el país.

De igual manera, leyendas como el Cristo del Veneno cuyo obscurecimiento se debe a que está hecho de caña de azúcar, lo cual no le quita el sabor a la leyenda que ahí se cuenta, es un espectáculo itinerante que comienza en la entrada de la catedral, cerca de las estatuas de Juan Pablo II; posteriormente, se entra al coro donde se cuenta la historia de los dos órganos, continuando con el altar central y siguiéndole la sacristía, donde de manera chusca se relata cómo se prepara el cardenal y los nombres correspondientes a las prendas y sus usos, finalizando con el Altar de los Reyes donde concluye, en este caso, con la develación de placa de 50 representaciones, entre otros lugares.

Sin alardes de alta tecnología o el uso de multimedia, aprovechando la acústica natural de esta construcción, se crea una atmósfera mística parecida a las de las zonas arqueológicas, en la cual se cuenta la historia de las seis estaciones que se visitan. Además, se puede admirar la música, el ambiente exterior, el vestuario (sobre todo el de las mujeres) y se concluye, en este caso, con un excelente cóctel dentro de las mismas instalaciones, donde cobró vida la historia de una catedral que contó con 2000 trabajadores en 300 años. 

Cabe recordar que en todo el mundo las iglesias se construyeron de tal manera que las personas analfabetas pudieran ser evangelizadas por la arquitectura y el arte, como en el caso de la catedral; por otro lado, seguro quienes llevaron el catecismo recordarán mucho de lo que se les enseñó y para quienes no lo tuvieron por cuestiones religiosas se pueden dar cuenta que todas las religiones en el fondo son iguales y tienen el mismo valor para sus seguidores, convirtiéndose en un mensaje de hermandad.

El Arte Neoclásico

El barroco, en su última etapa, fue asumiéndose en otros estilos, entre ellos el Neoclásico. Este es un movimiento artístico que nació en Europa hacia la segunda mitad del siglo XVIII y duró hasta el final del siglo XIX. En realidad se trató de una reacción al exagerado estilo del rococó, heredero del barroco y, por otra parte, fue resultado del descubrimiento de dos ciudades grecorromanas: Pompeya y Herculano en Italia, cuyo arte influyó de modo preponderante en ese tiempo.

Como característica fundamental, el neoclásico buscó imitar los modelos arquitectónicos grecorromanos, de modo principal el arte dórico. Su mística se basa en un sentido romántico de los valores clásicos y de una espiritualidad volcada hacia la añoranza de los tiempos heroicos griegos.

El Romanticismo fue la característica principal de la literatura y de la música en el siglo XIX y pasó a influir también en las artes como la pintura, la escultura y la arquitectura. Este estilo es más un arte simbólico que creativo.

En el ámbito de la arquitectura, el arte neoclásico hizo su aparición en la España de Carlos III (1760-1788) y sus mejores ejemplos fueron la Puerta de Alcalá y el extraordinario edificio que alberga el Museo del Prado, en Madrid.

En los países latinoamericanos, el Neoclásico se volcó más bien en monumentos dóricos y duró hasta el siglo XX. La Catedral de México no se sustrajo al influjo del neoclasicismo y, si bien, no aparece de un modo significativo en el exterior de la Catedral, dado que la mayor parte de la edificación había sido concluida, si aparece en algunos cambios que se realizaron en el interior de las Capillas. Además, en algunas de ellas, donde hubo retablos barrocos, se reconstruyeron según los cánones imperantes de la época y es precisamente el neoclásico el estilo reinante. De este modo, los altares tallados en cantera de las Capillas de Nuestra Señora de los Dolores y la Capilla del Sr. del Buen Despacho, en el lado poniente, y en el lado oriente, las Capillas de Santa María la Antigua y de Nuestra Señora de Guadalupe, son ejemplo del influjo neoclásico.

En conclusión, si alguien quisiera conocer los diversos estilos arquitectónicos más importantes que se dieron en el lapso de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, nada mejor que tomar como guía y ejemplo la Catedral de México. Todos los estilos arquitectónicos quedaron plasmados en su edificación cuando cada uno de los Maestros Mayores que la construyeron, fieles a sus épocas, unificaron lo que ya existía con las novedades del arte en los tiempos que les correspondió vivir.